martes, 22 de marzo de 2011

Campo Real (Madrid). 13-3-2011 // 750 msnm.


Caminamos, en esta ocasión, por los fragmentados territorios de la alcarria madrileña muy cerca de donde José Quer, el eminente botánico del siglo XVIII creador del Jardín Botánico de Madrid, descubrió la presencia de coronilla de fraile (Globularia alypum) (foto 1, 2 y 3) en Madrid. Y disfrutamos de la floración de esta planta, seguramente, con su misma sensación de deleite, debido al cromatismo imposible que ahora presenta esta formación arbustiva. La coronilla es una mata leñosa que no sobrepasa mucho el medio metro de altura. Aunque en otras regiones florece desde el invierno a la primavera aquí venimos observando que echa flores de febrero a mayo. 

Su distribución en la península Ibérica se limita a la zona oriental y meridional, y como es una planta de apetencias más bien litorales y, por tanto, térmicas penetra hasta aquí de forma no demasiado habitual. De hecho, tras el descubrimiento de Quer se perdió su pista y no ha sido hasta fecha más reciente cuando se ha ido encontrando en distintos términos municipales del sureste de la Comunidad.
La vigorosa formación de globularias que encontramos se encuentra ocupando un canturral de cantos rodados cuarcíticos, instalado durante el Mioceno (foto 4); un medio que parece desfavorable para otras plantas, donde sin embargo las coronillas se hacen fuertes compitiendo ventajosamente con el resto: mijediega (Dorycnium pentaphyllum), siempreviva (Helichrysum stoechas) y espliego (Lavandula latifolia).


Seguramente estas coronillas llegaron hasta aquí en periodos geológicos más cálidos que el actual, y hoy día representan una especie localmente relicta cuya distribución, en los alrededores, se circunscribe a puntos de microclima particularmente favorable.
Los matorrales que predominan por la zona están presididos fundamentalmente por romero (Rosmarinus officinalis), ahora cuajados de flores. Observamos cómo este arbusto, también termófilo, enseguida que puede, coloniza los espacios anteriormente arrebatados por la agricultura, para con el tiempo ofrecer condiciones para la incorporación de coscojares de Quercus coccifera o encinares de Quercus ilex. Encontramos un ejemplo palpable en una parcela abandonada de olivar que parece seguir estos pasos (foto 5). 

A los habitantes de este tranquilo lugar: zorzales comunes (Turdus philomelos) y currucas capirotadas (Sylvia atricapilla) seguramente no les viene bien este cambio, pero sí, en cambio, a las currucas rabilargas (Sylvia undata) que viven encantadas en estos matorrales bajos. 


La mayoría de las currucas rabilargas que a partir de octubre vienen a invernar a esta zona se acaban de ir el mes pasado hacia sus territorios de cría, situados seguramente no muy lejos. Ahora quedan ejemplares reproductores, sí, pero la población se reduce ostensiblemente.
La naturaleza cambiante en estos espacios sometidos a la influencia humana varía de forma considerable con el transcurso del tiempo, de modo que el monte que Quer conoció seguramente tiene poco que ver con el actual. Por eso, por si alguien viene por aquí dentro de otros 200 años, ofrecemos aquí las aves que observamos durante la excursión, por si sirve de comparación...
Milano negro
Ratonero común
Perdiz roja
Grulla 1 ex
Paloma torcaz
Cogujada montesina
Totovía
Petirrojo
Mirlo común
Zorzal común
Zorzal alirrojo
Curruca rabilarga
Curruca cabecinegra
Curruca capirotada
Herrerillo común
Carbonero común
Grajilla
Pinzón vulgar
Verderón común
Pardillo común
Y volvemos a las plantas para mencionar la presencia, en pleno romeral, de otra especie poco frecuente por aquí, y que además se encuentra en plena floración: la gayuba (Arctostaphylos uva-ursi) (foto 6). Se trata de una mata postrada perteneciente a la familia de la ericáceas que en Madrid vive normalmente en algunas zonas de la sierra. Es curioso que la gayuba fue una de las plantas particularmente estudiadas por Quer, y es que éste antes que botánico fue cirujano y por tanto las propiedades medicinales de esta especie no es raro que llamasen su atención.

2 comentarios:

Eritaco dijo...

Globularia alypum en Camporreal, pensaba que esa zona al estar en el páramo calizo era algo más fresca y no llegaba ahí la Globularia. Me ha sorprendido mucho (gratamente), sobre todo la cantidad de ejemplares juntos. Yo hasta ahora la he visto siempre aislada o como mucho 2 ó 3 ejemplares próximos. No más. Muy hermosas las fotos. Otra de las especies que irían en mi xerojardín ideal.

Un abrazo.

Javier dijo...

Hola Paco
Sí que había globularias por la zona. Creía que te había llevado alguna vez a verlas.
Un saludo
Javier