jueves, 17 de febrero de 2011

Vertientes del río Tajuña. Orusco (Madrid). 11-2-2011 // 700 msnm.


En estas fechas, tempranas para la mayoría de las plantas, florece una especie emparentada con el azafrán denominada Crocus nevadensis. Este endemismo de la península Ibérica y del norte de África, hasta hace bien poco ajeno al catálogo madrileño de plantas, alcanza aquí un excepcional interés biogeográfico como se ve en su mapa de distribución (basado en unos datos que nos ofrece amablemente Alfredo Barra). La escasa duración de su periodo floral (un mes escaso) unido a su precocidad han contribuido a que haya pasado bastante desapercibido hasta fecha reciente, si bien es cierto que las iniciales poblaciones descubiertas, situadas en las cotas más elevadas de las serranías andaluzas, se han ido acompañando poco a poco de diversas citas repartidas por otros lugares del este calizo peninsular.


El azafrán blanco o silvestre que son los nombres comunes que a veces a asignan a esta iridácea se diferencia del resto de los crocos ibéricos por dos caracteres principales: primero por sus estigmas blancos, y también porque las hojas muestran unos prominentes nervios longitudinales sobre el resalte en T que forma la quilla.
Para conocer esta población de Crocus nevadensis acompañamos a su descubridor, Juan Manuel Martínez Labarga, en una excursión que transcurre a lo largo de un típico matorral de porte bajo resultante de la degradación del encinar sobre calizas, con bastantes claros donde aprovecha el croco para sobrevivir. Encontramos también ejemplares a la sombra de un pinar de repoblación de Pinus halepensis que es donde está tomada la foto que exhibimos. Una vez más queda de relieve que muchas de las joyas botánicas no aparecen en los grandes espacios protegidos ni con vegetación climácica, sino en otros más o menos degradados que se deberían gestionar de forma adecuada para garantizar su conservación. 
Los azafranes silvestres que observamos, como queda dicho, aunque pueden vivir bajo el vuelo escasamente sombrío del pinar, muestran preferencia en su ubicación por los matorrales heliófilos característicos de esta zona donde vive una gran variedad de plantas leñosas. Algunas de estas especies habituales son por ejemplo:
Espantalobos (Colutea hispanica)
Aulaga (Genista scorpius)
Jazmín silvestre (Jasminium fruticans)
Lino blanco (Linum suffruticosum)
Hierba de las siete sangrías (Lithodora fruticosa)
Coscoja (Quercus coccifera)
Encina (Quercus ilex)
Sin embargo, en el mismo enclave encontramos también diversas rarezas botánicas que le deberían elevar a la más alta categoría de protección. Algunas de ellas son:
Arenaria cavanillesiana
Cirsium echinatum
Cornus sanguinea
Ononis rotundifolia
Silene almolae
En fin, todas ellas auténticos tesoros de nuestro Patrimonio Biológico
Tranquiliza pensar que estos Crocus nevadensis no son los únicos que viven en nuestra Comunidad, pues viven a escasa distancia del núcleo urbano, y por lo tanto su futuro se ve comprometido si las autoridades no toman conciencia de su valor. En ciertas localidades, también situadas en el sureste madrileño, también se han encontrado otras poblaciones dispersas. ¡Uf!

4 comentarios:

Salva dijo...

Efectivamente, Ononis rotundifolia es un arbustillo rarísimo en Madrid; recuerdo haberlo buscado cerca de donde indicas (en Valdilecha), sin éxito.

(Por cierto, hablaste muy bien en Telemadrid el domingo pasado =)

Un saludo, Javier.

Javier dijo...

Gracias Salva
Las citas de esta leguminosa en Madrid son bien escasas. Yo es la primera vez que la veo aquí.

Cantin dijo...

QUe chulo!
oye Javier, ¿podría ir a alguna de las excursiones de ecologistas en acción?

Javier dijo...

Por supuesto que sí. No tienes más que presentarte al lugar de la cita.