martes, 8 de junio de 2010

Embalse de Pedrezuela. Guadalix de la Sierra (M). 5-6-2010 // 850 msnm // Jornada de anillamiento

Nos reunimos con los antiguos compañeros del grupo de anillamiento Álula para pasar con ellos una jornada de marcaje científico de aves. Esta actividad, que ya casi habíamos olvidado, ocupó invariablemente nuestros fines de semana durante años, hace más de una década, y ahora la recordamos con nostalgia.
El anillamiento es la más común de las técnicas de marcaje de aves y se lleva a cabo desde finales del siglo XIX. Su objetivo es el conocimiento de diferentes aspectos de la vida de las aves, como pueden ser su biología o sus hábitos migratorios (foto 1 -ruiseñor común).


En la jornada de hoy utilizamos anillas de aluminio numeradas consecutivamente, con distintos códigos según el tamaño, y redes japonesas con longitudes comprendidas entre 7 y 18 m (luz de malla: 16 mm). Éstas se extienden verticalmente en lugares estratégicos donde se preve el paso de aves, y como su hilo es tan fino resultan practicamente invisibles a cierta distancia. Las aves atrapadas en las redes son desenredadas en el espacio de tiempo más corto posible (fotos 2 -zarcero común- y 3) y trasladadas a una mesa de trabajo, no muy alejada, donde son anilladas, pesadas y medidas. Obsérvese en la foto 4, sobre la mesa una ristra de anillas para aves de pequeño tamaño, una regleta para medir la longitud del ala, un peso electrónico de gran sensibilidad (algunas aves sólo pesan 10 gr) y unos alicates especiales para apretar delicadamente la anilla sobre la pata del ave (foto 5 -golondrina común).




Otros aspectos que se tienen en consideración son: el estado del plumaje (si está mudando), el estado de gravidez; es decir, si se trata de hembras a punto de poner huevos, y además se toman notas acerca del contenido subcutáneo de grasa que es particularmente significativo durante los periodos migratorios, cuando las aves experimentan fuertes fluctuaciones en su peso debido al consumo de grasa durante los viajes a las áreas de cría o invernada. Estos datos se registran en fichas donde se consigna el lugar y la fecha de la actividad, con el fin de enviar posteriormente todos los datos de anillamiento obtenidos a lo largo del año a un centro administrativo (Oficina de Especies Migratorias dependiente del Ministerio de Medio Ambiente) que centraliza la información de los distintos grupos de anillamiento con una base de datos disponible para cualquier interesado.
Cuando un ave con una anilla se vuelve a capturar se dice que se ha obtenido una recuperación o control. Ésta puede realizarse en el mismo lugar donde se capturó por primera vez y en un corto periodo de tiempo, o bien a miles de kilómetros de distancia, en paises lejanos (que son las más apreciadas por el anillador), o al cabo de varios años. La mencionada Oficina de Especies Migratorias se encarga de comunicar a los anilladores los controles que han efectuado otros anilladores de las aves que ellos capturaron primero.
A partir de todos estos datos se va perfilando el conocimiento que se tiene de las aves, averiguándose cosas increíbles, como la fidelidad de estos animales hacia sus zonas de cría o como el caso de la curruca mosquitera (Sylvia borin) que es capaz de pasar, en su viaje migratorio a África, año tras año por el mismo lugar y en fechas que apenas distan uno o dos días (a menudo el mismo día) en años diferentes. En otras ocasiones se obtienen datos fenológicos, de distribución o de cría, como por ejemplo el gorrión molinero joven que capturamos todavía con las comisuras del pico engrosadas, lo que indica que hace pocos días se encontraba aún en el nido (foto 6).


Actualmente, para ser anillador es necesario pasar por un periodo de formación y ser avalado por uno o varios grupos de anillamiento en cuanto a un número mínimo de jornadas de trabajo. Tras este requisito previo, para recibir el permiso oficial es necesario superar un exámen, bastante duro por cierto, en el que se ponen a prueba sus conocimientos. La prueba está dirigida por la Comisión de Anilladores dependiente de la Sociedad Española de Ornitología.
Cuando hemos consultado los datos de recuperaciones de aves en España y en el extranjero siempre hemos constatado la abundancia de datos que se tiene de algunas especies, pero por el contrario la frustrante escasez de información en otras que provoca lagunas en la interpretación de algunos aspectos de sus desplazamientos. Los anilladores siempre hemos tendido a capturar aves en los lugares que arrojan mayor cantidad de anillamientos: sotos, dormideros, colonias de cría, etc. Lo que ocurre con esto es que muchas aves quedan fuera del control del anillamiento porque su captura requeriría de trampeos menos productivos en cuanto a cantidad y es una pena porque así seguimos sin saber, por ejemplo, si los pechiazules de la sierra de Guadarrama son los mismos que invernan en el valle del Tajo o qué pasa con los escasos acentores alpinos de la sierra. ¡En fin...!
A lo largo del día damos alguna vuelta por la zona y anotamos las aves que vamos encontrando en los distintos hábitats: pastizales de siega, setos, orilla de embalse y cantil calizo. El listado es el siguiente:
Somormujo lavanco
Garceta común
Cigüeña común
Ánade friso
Ánade real
Pato cuchara
Milano negro
Milano real
Buitre leonado
Ratonero común
Águila calzada
Focha común
Cigüeñuela
Críalo
Vencejo común
Abejaruco común
Totovía
Lavandera boyera
Ruiseñor común
Buitrón
Zarcero común
Curruca capirotada
Mosquitero papialbo
Oropéndola
Urraca
Gorrión molinero
Verdecillo
Triguero

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